domingo, 29 de noviembre de 2015

El Amor entre el Alma y Dios




Cuando en el Mundo todo está perdido,
el Amor a Dios es lo único que cuenta.
Cuando lo que cuenta es sólo Él,
entonces mi mundo es siempre conquistado.

Qué sería de mi sin Él.
Qué sería de este Mundo sin Dios.
Sin Dios el Mundo es sólo una carcasa.
Sin Él mi mundo está vacío.

Es el Amor a Dios y al Ser,
los que dan sentido al Mundo, a mi mundo.
Me basta pensar en Él e inmediatamente entiendo.
Sintiéndolo en mi pecho, súbitamente comprendo.

Entiendo que el Mundo es la Cruz de un Dios.
Comprendo que yo soy la cruz de Él.
El Mundo es la vida de un Dios.
Mi mundo puede ser su pasión, muerte y resurrección.

Recordándole, no lastiman las espinas de la vida,
Amándole, sólo de rosas es el camino.
Venerándolo, se está siempre muriendo.
Adorándolo, fue como nació en mi.

Y aun me sigue diciendo: - Hijo mío, estamos desandando la vida...
- Hijo mío, estoy haciendo el camino...
- Hijo mío, comprende, comprende, comprende lo que te digo.
- Hijo mío, sed fiel y yo te daré la corona de la victoria.

Y yo le respondo: - Comprendo que soy tu cruz.
- Que estas crucificado en mí.
- Que tu amor a la cruz transmuta mi dolor.
- Que sin Ti sólo sería una cruz de martirio.

Ahora diré cómo se ama a un Dios, al Ser.
Sabiendo que existimos por su amor,
busco en mi este amor.
Entonces, con su mismo amor le amo.

Y cuanto más le amo,
más descubro cuánto me ama.
Amarnos no tiene limite,
en esto consiste muestro éxtasis.

Rafael A. Vargas