El papel de la mujer en la iglesia ha sido siempre uno de los puntos mas controvertidos del cristianismo, pues nadie aporta razones convincentes acerca de porque la mujer no puede ostentar cargos importantes dentro de la institución eclesial o incluso participar en relación de igualdad con el hombre de los oficios litúrgicos.
Como dice el V.M. Samael, una religión sin diosas esta a mitad de camino del ateísmo, pues la palabra hebrea ELOHIM, utilizada en la Biblia en relación a la divinidad creadora significa Dioses y Diosas. Obviamente, si la creación esta sustentada por el eterno masculino como fuerza impulsora, y el eterno femenino como fuerza receptiva, ambas dos son necesarias para efectuar cualquier creación.
De modo que, tanto el hombre como la mujer son indispensables cada uno en su papel.
En Egipto existieron sacerdotisas, al igual que en Grecia, Babilonia, la India y en todas las culturas pre-americanas. Resulta al menos extraño que se haya borrado de la historia del cristianismo la importancia del papel de la mujer en la forma que lo reflejan los textos encontrados en Nag Hammadi, es decir, al mismo nivel que el hombre.
Es obvio que el cristianismo surge en un principio del judaísmo, pero no se desarrolla exclusivamente para el judaísmo. En contraposición con el Dios masculino monoteísta que da pie al individuo a plasmar en el mundo físico la supremacía del varón, surge un nuevo culto que aporta a la mujer la posibilidad de compartir de igual a igual con el elemento masculino, en base a que Jesús jamas discrimino entre hombre y mujer.
Recordemos que el Evangelio de Felipe dice así:
“Hubo tres que caminaron siempre con el Señor. María, su madre, y la hermana de esta y Magdalena, que fue llamada compañera de El. La hermana de El y su madre y su compañera fueron todas María.”
Abundan las referencias a Dios Madre en los textos gnósticos primitivos, así como a la importancia de los discípulos femeninos en el texto gnóstico por excelencia, el Pistis Sophia. Sin embargo, hacia finales del S. II desaparece de cualquier texto oficial cualquier referencia activa a la mujer desempeñando papeles importantes dentro del cristianismo. Tanto la figura de la compañera de Jesús, como la de su madre, e incluso las de algunas de sus discípulas mas importantes entre sus aproximadamente 60 discípulos directos, son eclipsadas, opacadas e incluso desaparecidas de los textos oficiales. Esos doce apóstoles simbólicos, que hacen referencia al dominio de las doce constelaciones que acompaña al Cristo Intimo, y que simbolizan distintas partes del Ser, pasan a convertirse en dogma de fe que "demuestra en forma irrefutable" la ausencia de discípulas femeninas. Y sobre todo, desaparece cualquier posible referencia a María Magdalena como compañera de Jesús.
“Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Y Cristo la amo mas que a todos sus discípulos y acostumbraba a besarla a menudo en la boca. El resto de sus discípulos se ofendían por ello y expresaban su desaprobación.
Le dijeron: Porque la amas mas que a todos nosotros? El Salvador respondió: Porque no os amo como a ella? Cuando un ciego y uno que ve están juntos en la oscuridad, no son diferentes el uno del otro. Cuando llega la luz, el que ve vera la luz y el que es ciego seguirá en la oscuridad.”
Evangelio de Felipe
No olvidemos que, según los Evangelios Canonicos, es a María Magdalena a quien primero se aparece el Cristo tras su resurrección, aunque los apóstoles en su mayoría no le creen. Eso la hace depositaria de un conocimiento especial que nos habla de la importancia del eterno femenino en el proceso de la culminación de la Gran Obra.
El cristianismo, como todas las enseñanzas de los grandes maestros de la humanidad, comenzó sin diferencia de sexo o raza, y compartiendo en forma comunitaria todos sus bienes.
Las mujeres encontraron en él su papel ancestral en igualdad de condiciones con el varón, y así se extendió el nuevo culto. Poco a poco, la tradición hebrea fue recuperando terreno en el nuevo movimiento hasta que surgió la institución cristiana. Entonces, todos los textos que ensalzaban la figura de la mujer y aquellos en los que se insinuara o se declarara abiertamente que Jesús tenia una compañera desaparecieron. Incluyendo aquellos que daban especial importancia a Dios Madre, como el Evangelio de la Paz, cuyo original se encuentra en el Vaticano y es uno de los textos mas antiguos y hermosos acerca de la vida y dichos de Jesús que comienza hablado de la Creación desde el punto de vista de Dios Madre.
Cuando, ya hacia finales del S. II existía un control suficientemente fuerte de la iglesia institucional, habiendo sido la mujer relegada a un segundo plano en medio de esta operación político-religiosa tan astuta, se sientan las bases para que ninguna mujer pueda figurar en órgano decisorio importante alguno de la iglesia. Se realizan los correspondientes añadidos posteriores a las cartas paulinas con el fin de justificar "a posteriori" las decisiones institucionales. Esto da origen a lo que los eruditos denominan "cartas pseudo-paulinas", por sus diferencias evidentes de estilo y significado. Como ejemplo, el siguiente párrafo de la primera carta a los Corintios:
“Las mujeres cállense en las asambleas, que no les esta permitido tomar la palabra; antes bien estén sumisas....es indecoroso que la mujer hable en las asambleas.”
También por esta época, se distingue a los grupos heréticos por el hecho de que, en sus reuniones, las mujeres participan en forma activa, toman la palabra, trabajan a nivel de igualdad con el hombre, participan en los oficios litúrgicos, etc. El solo hecho de que una congregación funcione en términos de igualdad, significa que nos encontramos ante un grupo "herético".
Esta es la mentalidad de la ortodoxia, nunca la del gnosticismo. Así, vemos en Tertuliano la siguiente recomendación:
“No esta permitido que una mujer hable en la iglesia, ni le esta permitido enseñar, ni bautizar, ni ofrecer la eucaristía, ni reclamar para si una participación en cualquier función masculina, por no mencionar ningún cargo sacerdotal.”
Según estas teorías, la tradición de Jesús y los apóstoles indica que todos ellos eran hombres, y por tanto, la mujer debe quedarse siempre en un papel secundario, aunque Jesús nunca hubiera manifestado nada al respecto. Es un método muy sencillo: se trata de manipular primero la historia según convenga y después escudarse en ella para promulgar leyes y decisiones importantes. Eliminar de los textos todo el material que pueda hacer peligrar las ideas "institucionales" y después declararlo herético; así se puede afirmar que las ideas que la ortodoxia sostiene conforman la verdad esencial. Un juego tenebroso que dio sus frutos finalmente.
Una vez controlada y sojuzgada la mujer, se produce un cambio de rumbo significativo, la potenciación de los cultos marianos en su afán por universalizar la iglesia. Es obvio que cualquier religión de esa época que quisiera expandirse por el Mediterráneo, no podía olvidar que las culturas de esa área han adorado en su totalidad al eterno femenino en sus distintas acepciones. Isis, Demeter, Proserpina, Insoberta, Diana, Cibeles, Venus, Afrodita, Ceres, Ishtar, etc. forman parte del inconsciente colectivo de esos pueblos.
Así, la iglesia busco sincretizar en una figura femenina los anhelos espirituales de las gentes de esa área en relación con este principio eterno de la creación. Finalmente lo consiguió potenciando la figura de María, la madre de Jesús, esa gran iniciada hebrea, otorgándole las características de estas diosas de los cultos femeninos e, incluso, ubicando santuarios marianos allí donde existían previamente cultos primitivos a este gran principio cósmico. De esta forma entendemos como, en una religión para la cual es tan importante la figura de María, no encontremos ninguna mujer en los cargos institucionales importantes y además se les prohiba ejercer de sacerdotisas del culto cristiano. Obviamente, esto no ocurría en los círculos gnósticos y esa fue otra de las razones de su persecución y desaparición.
El culto a María es por eso un culto tardío en relación a otros arquetipos religiosos del cristianismo, pues potenciar demasiado pronto esa imagen hubiera significado, no solo una justificación para dar preponderancia a la mujer dentro de la institución, sino también la posibilidad de confundir a la naciente religión con los antiguos cultos mistericos. Por eso, primero se extiende el cristianismo (para lo cual la mujer es indispensable), después se sojuzga a la mujer y finalmente se potencia el culto mariano para asimilar el resto de cultos dispersos de las riberas del Mediterráneo. Esta política dio sus frutos hasta el punto de que los propios nombres y atributos de esas antiguas deidades fueron asimilados a una virgen determinada de las muchas con las que cuenta el cristianismo. Su análisis completo excede las características de este estudio, pero muchos sabios autores ya han hablado sobre ello.
De este manera, el culto mariano se extendió con gran fuerza hasta formar parte de forma trascendental del catolicismo. Ignorar la importancia de este culto, como hacen muchas sectas surgidas del tronco de la Reforma demuestra un profundo desconocimiento del proceso de creación del Universo interno y externo en relación con el eterno femenino y sus poderes y atributos, imprescindibles para cualquier planteamiento religioso de tipo solar y serpentino.
Como nos muestra en forma magistral el Evangelio de María Magdalena, la raíz de todas las cosas esta en su semilla, y esta es siempre gestada en el seno de la Madre Naturaleza. Allí revela el Salvador uno de los misterios mas grandes de la naturaleza humana, que, debido a la intolerancia de la iglesia romana, le ha sido sustraído a sus feligreses y sustituido por dogmas y cultos externos.
“Todas las naturalezas, todas las cosas formadas, todas las criaturas existen en y con otro y serán nuevamente convertidas en sus raíces, porque la naturaleza de la materia es disuelta en las raíces de su naturaleza solamente. Aquel que tenga oídos para oír, que oiga.”
Maravilloso es el misterio de todas las Marías, escasamente intuido por una religión que ha fragmentado, diluido y manipulado el culto al eterno femenino.
Extraído del libro "Gnosis, Tradición y Revelación"
Rafael Vargas y Javier Casañ
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