Una vez, apareció un Rakshasa en el Darbar del Raja Vikramiditya con tres calaveras y le dijo que mataría a todos los Pandits de su corte, si no eran capaces de escoger la mejor calavera de las tres, en una semana. Vikramidtya accedió a su propuesta y llamó inmediatamente a todos sus Pandits y les dijo el mensaje del Rakshasa. Todos los Pandits temblaron de terror cuando lo oyeron. Pero, afortunadamente, había un Pandit inteligente llamado Rajaram Shastri. Animó a todos los Pandits y dijo al Raja que él seleccionaría, sin ninguna dificultad, la mejor calavera para el Rakshasa.
Pasados siete días, el Rakshasa se dirigió de nuevo al palacio del Raja. El Pandit Rajaram Shastri entró en la sala y dijo:
-La calavera en la que entre esta barra de hierro de una oreja a otra es la peor. No vale ni un céntimo. Aquella calavera en la que la barra de hierro pase de una oreja a la boca es la mediana. Y la calavera en la que la barra pase directamente de una oreja hasta el corazón es la mejor de todas.
Entonces, entregó al Rakshasa la mejor calavera. El Rakshasa se inclinó, bajó la cabeza avergonzado y abandonó el Darbar. El Raja, naturalmente, honró al Pandit con ricos presentes de oro, mantones y vacas.
La moraleja de la historia es que aquellos que oyen enseñanzas religiosas por un oído y dejan que salga por otro, sin pensar más ni practicar esas valiosas instrucciones, son personas sin valor, como la peor calavera. Aquellos que oyen las enseñanzas por un oído y hablan de estos asuntos, aunque sea de vez en cuando, son la clase mediana, como la calavera mediana. Pero aquellos que oyen las instrucciones por un oído y las dejan pasar profundamente hasta el corazón y las practican con sinceridad, son la mejor clase de personas, como la mejor calavera.
Citada por Swami Sivananda