Psicología y Meditación: Instrumentos
para la Felicidad
El ser humano anhela la felicidad,
por eso la busca. Pero, lo hace en el exterior. Si buscara en el interior, se
daría cuenta de que la deseada felicidad siempre ha estado ahí, pues forma
parte de su auténtica naturaleza.
El hombre se vuelca en el exterior,
fuera de sí mismo, para intentar encontrar satisfacción en las efímeras
alegrías que la consecución de objetivos materiales proporcionan. Este tema no
es nuevo. Aún así, el hombre continuará empleando gran parte de su tiempo y
energía en la obtención de objetivos materiales.
El anhelo de felicidad es un
sentimiento compartido por todos. Se busca la alegría, la paz, el contento sin
motivo, el amor incondicional… cualidades éstas que son inherentes a la esencia
y que, aunque todos sabemos que se encuentran en el interior, continuamos su
búsqueda en el exterior, ¿por qué?.
Es normal que tal búsqueda se realice
en el mundo exterior, pues el hombre mira hacia fuera y busca allá donde su
atención se posa. Proyecta su Luz interior hacia el exterior y crea una
realidad con la que se identifica. Lamentablemente, tal creación es casi
siempre inconsciente y mecánica.
Nuevas posibilidades
Por fortuna, los recientes
descubrimientos en Física Cuántica, están abriendo nuevas posibilidades a la
creación consciente de la realidad individual. Así, la “Ley de la
Atracción” –tan en boga últimamente-, o películas como “¿Y tú, qué sabes?”,
revelan importante información sobre la posibilidad de la creación consciente.
El mundo es nuestra creación. No nos
referimos al mundo como planeta, ni tampoco como país, o entidad cultural.
Hacemos referencia a “nuestro mundo”, al mundo que cada cual ha creado con su
atención, día a día, instante a instante, elección a elección. Hablamos del
mundo que cada cual, consciente o inconscientemente, se ha creado con sus
creencias y que, en realidad, es una proyección de la Luz de la
Conciencia, materializada a través de la Energía en el plano de la
materia.
Consciencia y Energía
Consciencia y Energía que, en su sinuosa
danza crean, mantienen y destruyen mundos sin cesar. Eso somos, consciencia
proyectada a través de la mente para crear, mantener y destruir diminutos
microcosmos dentro del infinito macrocosmos.
Yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y
gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse de sol y
grana,
volar bajo el cielo azul,
temblar súbitamente y
quebrarse como pompas de
jabón.
En este poema, Machado reflejó esta
realidad que, a su vez, es nuestra realidad cotidiana.
Sueños
Luchamos con situaciones en un
intento por cambiarlas y mejorarlas, según nuestra comprensión. Soñamos con
ideales, con circunstancias deseadas, con proyectos de futuro, con deseos
insatisfechos, con personas que queremos a nuestro lado, con trabajos que suponemos
nos concederán seguridad, con casas maravillosas, con coches de lujo,… Sueños,
sueños, sueños. Unos se harán realidad, otros quizás. Algunos lo harán cuando
ya no nos hagan falta, otros jamás… Sin embargo, suponemos que obtendremos la
felicidad si se materializaran todos nuestros deseos, pero no sucede así, ni
aunque los consiguiéramos, pues el estado de felicidad nada tiene que ver con
la consecución de objetivos.
Un adagio sufí sentencia:
“Dios
nos castiga concediendo nuestros deseos”.
No vivimos nuestra vida, la soñamos.
Paradójicamente, la vida está hecha para materializar nuestros sueños, pero los
auténticamente nuestros. Los que en verdad nacen de nuestra alma. Los que
vienen a decirnos qué hemos venido a hacer aquí cuando decidimos encarnarnos en
un cuerpo.
¿Cómo saber si, en verdad, el anhelo
de ser, tener o realizar algo es fruto de nuestra alma? Sencillo: manteniendo
vivo el contacto con nuestro ser interior. He aquí el secreto. Para saber si
nuestro deseo nace de la autenticidad de nuestra alma, hay que mantener vivo el
contacto con ella.
Aquí la meditación se convierte en la
herramienta idónea para la reconexión con la esencia. Porque, ocurre que, en la
briega con lo cotidiano, la hemos olvidado. El mundo exterior siempre va a estar
demandando nuestra atención y ofertando un sin fin de propuestas en las que
disipar nuestra energía y, lo que podría ser peor aún, nuestras posibilidades.
En la esencia mora la anhelada
felicidad, pero nos hemos olvidado de nosotros mismos. Este es el drama del ser
humano. Para paliar tal error, hemos creado un sucedáneo de la esencia: el ego.
En un principio, la personalidad
nació para proteger la esencia pero, con el tiempo, terminó convertida en
motivo de sufrimiento. El ego sufre al ver que no consigue lo que quiere. O,
que lo consigue y quiere más. O, que lo que quiere y tiene, se destruye.
Psicología y Meditación
La insatisfacción del ego genera
sufrimiento. La Psicología acude en su rescate y servirá de gran
consuelo ayudando a que la máquina en que vivimos funcione mejor. Es decir, que
nos sintamos mejor en la relación con nosotros mismos y con el exterior.
La meditación, en su penetrante viaje
hacia el interior, traspasa las diferentes envolturas que componen al ser
humano (física, energética, mental, psíquica y causal), para obtener su
objetivo de conectar directamente con la esencia y, con el tiempo, hacer de la
esencia el centro de gravedad permanente desde el que morar y actuar.
Cuando conseguimos distanciarnos de
la agitación mental ponemos el mundo, nuestro mundo, en orden. Cesa la lucha
interior y, de repente, la existencia resplandece llena de sentido. La
meditación es una excelente herramienta de conocimiento y transformación, pues
con ella se enfoca la percepción para descubrir el propio camino a seguir.
Ambas, Psicología y Meditación, son
herramientas eficaces que han de colaborar entre sí en el proceso del “darse
cuenta”. La persona, por sí misma, no puede liberarse jamás, es el Ser interior
quien se libera del personaje.
Liberación y libertad
Fruto de la reconexión y liberación a
través de la comprensión, sobrevendrá el estado de felicidad. Pero, será una
felicidad… suave, que no estará afectada por nada del exterior. Se mostrará
como un estado de contento constante por el simple hecho de sentir la vida que
se es. En absoluto aparecerán manifestaciones de entusiasmo, características
del Centro Emocional.
También surgirán nuevas formas de
comportamiento que la Psicología no podrá clasificar, pues los actos
de un ser consciente y liberado de la identificación con el personaje, estarán
exentos de condicionamientos, disponiendo de auténtica libertad para actuar del
modo correcto en cada momento, haciendo lo adecuado en cada circunstancia.
Ahora bien, no hay que confundir tal estado de liberación con el “hacer lo que
a uno le plazca”, pues esto sería volver a los antiguos patrones de un ego
caprichoso que, astutamente, ha encontrando el disfraz del “liberado”, para
hacer y decir lo que le quiera, atendiendo a comportamientos antojadizos.
Características de la liberación
Una de las señas de identidad
del auténtico ser liberado es la de experimentar, cuando se está a su lado, una
sensación de… “hay paz, todo está bien, todo es adecuado”. Es evidente que una
ausencia de conflicto personal se manifiesta a través de su presencia.
Otro rasgo característico, es que se
dedicará a sus propios asuntos. Valdría decir que concederá atención sólo a lo
que convenga para la creación consciente de su microcosmos. Este es su
principal rasgo: la paradoja.
El ser liberado de su identificación continuará
creando, pues esa es la naturaleza del ser humano, pero lo hará consciente de
sí mismo y de su trabajo, al mismo tiempo. De alguna parte, la imaginación ha
generado la idea de que cuando alguien consigue tal estado (al que no es
necesario irse a los Himalayas, pues está aquí y ahora, dentro de ti) ya no es
necesario tal esfuerzo. Nada más lejos de la realidad. El presente poema de la
tradición Zen nos lo recuerda:
Antes de la iluminación,
cortamos leña, transportamos agua.
Después de la iluminación,
cortamos leña, transportamos agua.
La creación consciente
La creación continúa, pero con
consciencia. La diferencia es que ya no hay una entidad personal que haga o
deje de hacer, sino que todo sucede. El individuo se ha convertido en un
instrumento del Universo que expresa la manifestación a través del microcosmos
individual. La actividad continúa, aunque internamente sabe que todo es un
juego. El ser liberado ha comprendido que mientras esté encarnado en
un cuerpo físico está obligado a “jugar” a algo. Podrá decidir uno u otro, o
mejor aún, podrá crear su propio juego. Sabe que todo es una mera
representación teatral y que, como tal, debe de representar su papel. Pero,
también sabe que puede escribir su propio guión. Lo más probable es que siga los
dictados de su alma y escoja un camino con Corazón.
Es posible, que en algún momento de
nuestra existencia, hayamos encontrado personas que hayan intentado escribir
los guiones de nuestra vida y nos veamos obligados, por algún condicionamiento
o regla moral, a cumplir con extraños compromisos. Cuidado con tales
manipulaciones. Siente las posibilidades de tu ser interno. Percibe sus
auténticos impulsos. Haz lo que has venido a hacer. Muéstrate agradecido con
los demás, pero no condiciones tu existencia. Tu vida es tuya, y sólo debes de
rendir cuentas ante ti mismo.
Conócete a ti mismo… y conocerás el Universo
Autoconocimiento
Comprender nuestra auténtica
naturaleza y abandonar la búsqueda de la felicidad es todo uno. Se es
felicidad. La consciencia individual se ha diluido en la conciencia universal,
como el río se diluye en el mar. No queda ninguna entidad individual que pueda
decir “soy feliz”. No existe ningún ego para ser feliz. El estado auténtico de
felicidad es anterior al ego, la personalidad y el subconsciente.
Volver la atención hacia el ser
interior para redescubrir nuestra verdadera naturaleza es la más apasionante
aventura que puede emprenderse. Para ello, no es necesario nada más que un
sincero amor ala Verdad. La terapia psicológica y la práctica de la meditación
son consecuencias de tal necesidad.
Intentar la trascendencia sólo con
Psicología es limitar las posibilidades. Meditar sólo para sentirse bien es
infra-utilizar la Meditación. A cada herramienta, su utilidad y
emplear ambas es inteligente e inevitable, pues cuando se comienza a trascender
la diferentes capas de la estructura personal es aconsejable el apoyo de una
terapia psicológica que ayude a ajustar armoniosamente la nueva forma de
percibir el mundo.
Invitación a la práctica
Instalarse en la quietud de la
meditación es concederse la oportunidad para sentir el Corazón. Es reconectar
con el alma para escuchar su silencioso mensaje. Es alcanzar el estado
auténtico de felicidad que somos. Sentarse en meditación es, en definitiva,
permitir que el Silencio Interior, la Paz y el Amor broten desde
nuestro Ser.
Artículo publicado en “Psicología
Práctica” Num. 118.
Febrero de 2.009