sábado, 28 de noviembre de 2015

Para los que aspiran a iniciarse en los estudios esotéricos



“Quien sabe no habla. Quien habla no sabe. El sabio cierra la boca y los ojos, se tiende para pensar activamente, abre el corazón y reúne todas las luces interiores, mezclándose al exterior vulgar. Piensa siempre profundamente, no se acuerda de amigos ni de enemigos; desdeña a la vez beneficios y pérdidas, honores e infortunios. Su ejemplo es beneficioso para todos los hombres”.
Lao Tsé

“Necesitamos abrirnos para que la luz de la conciencia penetre en las tinieblas espantosas del mí mismo, del sí mismo”. 
Samael Aun Weor

ADVERTENCIA

Creemos que por el simple deseo de querer conocer la “ciencia secreta” podemos penetrarla,  y cuando se cruza en nuestro camino una terrible advertencia de no continuar nuestros pasos hasta no reunir ciertas condiciones de la ética, entonces nuestro amor propio se siente mortalmente herido, menospreciado, pues creemos estar en nuestro perfecto derecho como investigadores, pero no siempre “querer” es “poder”.

Por ejemplo, leamos el siguiente fragmento:  

«Simples curiosos y vosotros, los que vais en pos del poder brutal y de la dominación; los que buscáis en estos estudios iniciáticos el medio de saciar vuestras pasiones, odios, amores, ambiciones y resentimientos; los que buscáis la ganancia material, desgraciados que habéis sufrido sin saber perdonar; este libro (esta sabiduría) no es para vosotros».

Y la razón de ser de esta advertencia salta a la vista: jamás deberíamos ignorar que la “ciencia secreta” es la misma con la que se creó y se sigue creando la vida; que poner esta sabiduría en manos de aquél que aún no se ha negado a sí mismo, es tanto como permitir que el egoísmo separatista, causa de tanta ignorancia y sufrimiento, se haga ley en toda la naturaleza.

Por ello el deber de los santos guardianes o “iniciados” de la gran ciencia ha sido siempre resguardarla de los curiosos y ambiciosos, cuya única intención es la de la ganancia material o la de un poder dominador.

Por el contrario:  

«Tú que has sufrido intensamente y a quien el dolor ha revelado la palabra del gran enigma que conduce al umbral del camino verdadero; tú que quieres evadirte de la tormenta y devolver bien por mal; tú que sinceramente deseas que los demás participen de la paz divina que el sufrimiento ha hecho nacer en tu corazón... es para ti (la ciencia esotérica)».

«No siendo así, tu día no ha llegado todavía...» 


1º.- INQUIETUDES ÍNTIMAS Y UN TIEMPO DE CAPACITACIÓN

Conocerse a sí mismo es algo tan infinito como el Ser al que todos pertenecemos, quien en su profundidad tiene grados y grados, niveles y niveles.

¿Cuánto hay que conocerse a sí mismo antes de poder aproximarse a la genuina ciencia del esoterismo? Sólo al curioso y ambicioso le preocupa esto. Al sincero buscador de la verdad le interesa saber: ¿por qué debemos conocernos a nosotros mismos?, ¿cómo nos conocemos?, ¿quién conoce a quién?, ¿qué es lo conocido?, ¿qué es lo desconocido en nosotros?

Pero antes de despertar este interés por conocernos a nosotros mismos, debemos sentir “inquietudes íntimas”, anhelos profundos que nos ponen en relación con lo trascendental o divino. Como bien dice el V.M. Samael Aun Weor: «Falta un contacto, un choque eléctrico, nadie lo dio en la tienda, tampoco entre lo que se creía serio, ni mucho menos en los placeres de la cama. Si alguien fuera capaz de darle al frío imbécil o a la superficial mujercita el toque eléctrico del momento, el chispazo del corazón, alguna reminiscencia extraña, un no sé qué demasiado íntimo, tal vez todo sería distinto».


Una confrontación se produce entre el mundo de la conciencia humana y el de la conciencia del Espíritu puro, cuando nace una “inquietud íntima”: por un instante lo humano se reconoce en lo divino, y éste demanda a lo humano. Aunque el reclamo es mutuo, el diálogo, lamentablemente, no se completa; ambos se reconocen, pero por muy poco tiempo. La mente materialista y la mecánica de la vida terminan eclipsando este primer anhelo. Todavía las eternas preguntas: ¿por qué?, ¿cómo? y ¿dónde? no pueden ser contestadas.

«Mas algo desplaza a la vocecilla secreta, a la primera corazonada, al anhelo íntimo; posiblemente una tontería: el hermoso sombrero de alguna vitrina o aparador, el dulce exquisito de un restaurante, el encuentro de un amigo que más tarde no tiene para nosotros ninguna importancia, etc. Tonterías, necesidades que, no siendo trascendentales, sí tienen fuerza en un instante dado como para apagar la primera inquietud espiritual, el íntimo anhelo, la insignificante chispa de luz, la corazonada que sin saber por qué nos inquietó por un momento».
Samael Aun Weor

Aunque las “inquietudes” sólo forman parte de los primeros niveles en “la escalera maravillosa del Ser”, aseguran un buen comienzo en el estudio de sí mismo. Por un instante la conciencia anhelante quiere auto-conocerse, y esta inquietud espiritual sostenida de instante en instante, de momento en momento y en la vida cotidiana, se convierte, por un lado, en el “recuerdo del Ser” y, por el otro, en la atención dirigida hacia dentro.

Este reconocimiento constante del “recuerdo del Ser”, de la atención dirigida hacia dentro y la toma de  conciencia de la vida aparente, se convierte en el ejercicio psicológico llamado auto-observación, que es la capacidad psicológica de dividirse entre observador y observado. 

La auto-observación es una función exclusiva de la conciencia que sinceramente anhela auto-conocerse. 

2º.- EL CAMBIO EN LA MANERA DE PENSAR 

El vino eterno de la Ciencia Secreta pide un odre nuevo, que es el cambio en la manera de pensar, sentir y actuar. Sin embargo, este vino nuevo también debe adecuarse al tiempo cósmico zodiacal de cada raza.

«Las escuelas de regeneración tienen épocas de actividad pública, y épocas de trabajo secreto. El planeta Neptuno gobierna cíclicamente la actividad de esas escuelas. En el organismo humano, Neptuno tiene control sobre la glándula pineal. Sólo con la transmutación sexual se pone en actividad esta glándula de dioses. Urano controla las glándulas sexuales, y Neptuno la glándula pineal. Urano es Alquímia Sexual práctica. Neptuno estudio esotérico. Primero debemos estudiar y luego trabajar en el laboratorio. Urano tiene un ciclo sexual de 84 años y Neptuno un ciclo de estudio de 165 años. El ciclo de Urano es el promedio de la vida humana. El ciclo de Neptuno es el ciclo de actividad pública de ciertas escuelas de regeneración. Sólo por la senda del Matrimonio Perfecto llegamos a la Suprasexualidad».
Samael Aun Weor

Cada constelación tiene su vibración cósmica particular, que demanda un modo de ser particular. Actualmente estamos bajo los influjos del Aguador, el final y el comienzo de un nuevo “año sideral”. Éste es el viaje cósmico que realiza nuestro sistema solar en relación a las doce casas zodiacales: dos milenios aproximadamente para cada signo.

Aunque toda la influencia zodiacal tiene como receptor y difusor principal al Sol de este sistema planetario, algunos planetas dentro del mismo sistema hacen de mediadores y determinan el carácter de las Eras. Éste es el caso de Urano y Saturno con respecto a la constelación de Acuario.

Cósmicamente hemos entrado en la Era de Acuario, pero en lo psíquico-espiritual nuestra humanidad aún sigue bajo la influencia de Piscis. Por esta importante razón debemos adecuarnos a los nuevos tiempos, a la nueva Era, a su manera de pensar, sentir y actuar.

Las pautas a seguir nos las señala, precisamente, el carácter que le imprimen a esta nueva Era los planetas Urano y Saturno. El primero es sinónimo de revolución, el segundo de sabiduría. Revolución con sabiduría. Urano es el motor propulsor; Saturno señala la dirección a seguir.

«Las sondas espaciales han demostrado que Urano es un planeta sorprendente: posee un sistema de anillos y quince lunas. Lo más extraño es la inclinación de 98º sobre su eje de giro, lo que le da un movimiento diferente del que experimenta cualquier otro planeta».

«En la visión europea medieval del Universo, basada en la cosmología de Ptolomeo, Saturno ocupa el circuito planetario más externo, sobre la franja por debajo de la esfera que comprende los signos del zodíaco. A Saturno se le considera solitario, lento, frío y melancólico, y gobernante del mismísimo tiempo».
Geoffrey Cornelius /Paul Devereux

«Resulta oportuno citar ahora, entre los fastos de esta pobre humanidad pigmea, aquella fecha y hora —4 de febrero de 1962, entre 2 y 3 de la tarde—, en que todos los planetas de nuestro sistema solar se reunieron en supremo concilio cósmico, precisamente en la brillante constelación de Acuario, para iniciar la nueva era entre el augusto tronar del pensamiento.

Desde esta fecha memorable y bajo la regencia de Urano y del muy venerable y meritísimo Señor de Acuario, vibra intensamente en toda la naturaleza la Onda Dionisíaca.

No esta de más enfatizar en el presente capítulo la noticia trascendental de que tal planeta citado ha sido, es y será siempre el brillante astro que rige y gobierna inteligentemente a las glándulas endocrinas sexuales».
Samael Aun Weor

Resumimos diciendo: Urano imprime a esta Era de Acuario un sentido revolucionario desde el propio fundamento de la vida, desde la misma energía sexual. Por lo tanto, las doctrinas que no develen correctamente los misterios del sexo —como poder regenerador— son doctrinas que nada tienen que ver con las auténticas escuelas gnósticas de regeneración. Por eso Acuario no las admitirá en su seno: no vibran acordes. En cuanto a Saturno, diremos que su vibración es el escenario para el final de un tiempo y el comienzo de uno nuevo: es el caos de donde todo partió un día y a donde todo regresará. De allí los sinónimos con los que se le asocia: sabiduría, muerte, resurrección. 

3º.- LA “GNOSIS”: UNA ENSEÑANZA AUTO-SELECTIVA

Tenemos un punto de partida: el anhelo espiritual; luego entramos en un tiempo de capacitación antes de poder aspirar a la ciencia secreta o “Gnosis”.

Esta capacitación deberá ser acorde con la nueva Era de Acuario, para iniciar, gradualmente, el cambio necesario en nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Y cumplidos, en cierto modo, estos requisitos, sólo estaríamos capacitados para esperar ahora que la acción del Ser determine cuáles son los siguientes pasos a seguir.

Porque estos son los límites de las verdaderas doctrinas —dar disponibilidad al Ser interior— y jamás podrán ser utilizados para imponer nuestra voluntad egoísta, ni siquiera la del más puro y sincero aspirante de la luz.

Entonces, lo anterior nos lleva a comprender que el vocablo “gnóstico”, puede y debe ser aplicado de dos maneras: en relación a un estudioso de los fundamentos gnósticos y a aquél a quien su Ser le ha otorgado el “Don de Dios” o Donum Dei, que es la Gracia divina con la cual es posible entonces realizar la Gran Obra interior —como dirían los alquimistas medievales—, y esto último es andar verdaderamente el camino de la iniciación esotérica, hasta lograr la realización íntima del Ser.

Por consiguiente, al definir el vocablo “Gnosis” debemos decir, como aquellos ilustres especialistas, al termino del Coloquio de Messina (1966): «Por “Gnosis” debe entenderse todo “conocimiento de los misterios divinos reservados a una élite”».

Obviamente esta actitud elitista-gnóstica no es el resultado de caprichos personales: se trata más bien de una auto-selección que nace desde lo profundo de la conciencia del Ser.

«Los sabios y los iniciados de todos los tiempos y en todos los dominios se han sentido conducidos hacia una enseñanza doble:
I.— Una enseñanza exotérica, destinada a la muchedumbre, que comprende la totalidad de los que no están en disposición de conducirse por sí mismos, cualquiera que sea su rango, y que súbitamente ceden a la atracción del saber.
II.— Una enseñanza esotérica; quizás ningún misterio: una revelación completa de los Secretos más profundos.

La Iniciación se reservó para una selección preparada desde largo tiempo a esta enseñanza. Antes de confiar la ciencia al futuro adepto, se lo examinaba sobre las condiciones exigidas; era necesario que su juicio fuera acertado, firme el corazón, preservarlo de toda mira codiciosa y enemigo de la mentira».

Aunque esto lastime a nuestro orgullo y vanidad, hemos de aceptar que sólo el Maestro interno sabe cuando su esencia o alma está preparada para someterse a las más duras pruebas del camino iniciático. Nuestro único deber es: dar disponibilidad a la voluntad divina del Ser.  

4º.- EL “SABER”, UN CONOCIMIENTO ADQUIRIDO. EL “SER”, UNA SABIDURÍA HEREDADA

Para adentrarnos en la Ciencia Secreta del Esoterismo es necesario tener una cultura esotérica, como mínimo media, a fin de evitar errores lamentables y hasta graves consecuencias. En el mundo de los estudios “esotéricos” abundan todo tipo de conceptos y prácticas y, como en una gran ciudad o metrópolis, es necesario sabernos orientar.

Normalmente el investigador ocultista “ingenuo” da por cierto y verdadero todo aquello que lee o escucha sobre estas materias. Y tarde o temprano descubrirá que en este mundo del “esoterismo” hay teorías para afirmar una cosa o para contradecirla. Entonces los fanatismos de unos y las dudas de otros terminarán ofuscando la inquieta llama de su anhelo sincero.

Sólo hay un modo de evitar caer en uno de estos extremos: desarrollar armoniosamente en cada uno de nosotros el “Ser” y el “Saber”. La sabiduría heredada es del Ser, que en lo profundo de la conciencia subyace en espera de ser recordada y cristalizada. El conocimiento adquirido, el “saber”, es sólo un medio para orientarnos en los primeros pasos; no es, por lo tanto, el fin o la meta de la ciencia secreta.

El “saber” se toma con supremo cuidado y se debe aprender a olvidar a medida que el Ser se aproxima en el “morir psicológico”, en el “nacimiento segundo” y en el “sacrificio por nuestros semejantes”, los tres factores de la revolución de la conciencia.

El “saber” tiene el objetivo de aproximarnos al “Ser”, y cuando este propósito no se consigue, entonces vienen los abusos del razonamiento intelectual y el proceso se polariza de modo contrario, alejándonos aún más de nuestra esencia en el Ser.

Sólo mediante las diversas técnicas de la ciencia de la meditación: relajación, respiración y concentración, podemos ir aproximando a estos pares de opuestos de la filosofía: el Ser y el Saber. Sólo de esta sabia combinación nace la llamarada de la comprensión creadora. Pero antes de ir aún más allá debemos agudizar esta capacidad creadora de la comprensión. Detengámonos un poco en la ciencia de la meditación. 

5º.- RELAJACIÓN, RESPIRACIÓN, CONCENTRACIÓN Y MEDITACIÓN
  
Antes de poder “meditar” debemos aprender a relajarnos, debemos saber respirar y debemos concentrarnos correctamente. 

¿Qué es relajación? Una respuesta muy concreta sería: “la forma al servicio de la energía”; y una respuesta más profunda: es la energía elevando su frecuencia respecto al Espíritu. Especificando aún más, diríamos que la relajación se puede dar a nivel del cuerpo físico o en relación a la mente.

Habitualmente estamos en estado de tensión físico-psíquica, y sólo nos percatamos de esto cuando estallamos en crisis emocionales o no podemos dormir durante la noche. La característica más notable es el carácter irritable y el procurar a toda costa escapar de nosotros mismos.

La relajación es la primera escala en la ciencia de la meditación y, sin embargo, es también parte de los niveles superiores, debido precisamente a la estrecha relación entre la mente y el cuerpo.

«Descubramos las posibilidades energéticas y concientivas del cuerpo físico e iniciemos ese regreso a los mundos superiores de conciencia. Comencemos por aprender a desconectarlo de su agobiadora actividad externa. La técnica es bastante simple, pero muy difícil cuando nos hemos petrificado en los hábitos mecánicos de la vida y cuando la mente y el sentimiento, a través de los sentidos, se han identificado demasiado con él.

¿Sabemos, por ejemplo, cuánto tiempo podríamos estar inmóviles, quietos, pasivos físicamente? Puede que mucho o muy poco. Lo importante es ser capaces de mantener la atención, de estar presentes en ese período de quietud física. Pues sin exagerar, diremos que esto es fundamental en las técnicas de meditación. Y ésta es la primera etapa a conseguir. No es que esté prohibido moverse, de hecho no es lo que se pretende decir en este párrafo. La idea de la inmovilidad física tiene la flexibilidad de tomarse el tiempo necesario de acomodo o confort, hasta pasar a la mayor quietud posible, que es donde empezará el practicante a valorar la enorme capacidad energética del vehículo físico, tan indispensable —repito— para dar paso a la conciencia. Cada vez que usted se mueve durante su práctica de meditación pierde la energía anteriormente acumulada; y cuanto más largos sean los períodos de inmovilidad más pronto empezará usted a descubrir esta capacidad acumuladora, que acontece sobre todo cuando se llega al  punto de perder el contacto con el aspecto físico de su cuerpo y siempre a cambio de no perder la atención concientiva».

¿Sabemos respirar? Respiramos, pero ignoramos sus infinitas posibilidades. Vivir y respirar son sinónimos de la vida, y al igual que la existencia está sometida a ritmos y ciclos en un biorritmo constante, lo está también el respirar. 

En cada inhalación nacemos, en cada exhalación morimos. Cuando esta armonía no coincide con cada onda del pensamiento, entonces surgen los desequilibrios intelectuales, emocionales. El objetivo de la respiración durante la meditación es ajustar estas diferencias.

«Si al principio su interés es el del acomodo físico para evitar posteriormente lo más posible movimientos bruscos, después de haber superado esto más o menos, el paso siguiente es la toma de conciencia de la respiración: piense que cada inhalación es portadora de vitalidad, electricidad, prana, etc.; cada exhalación es el medio para descargar, depurar, dejar, etc., todos los aspectos que le atan al mundo exterior. Piense y sienta que se abre a otra esfera de percepción, pero tómese el tiempo que sea necesario, porque si introduce la impaciencia o la ansiedad —factores del deseo— su experimento se frustrará».

¿Qué es concentración? Fijar la mente en un solo punto es concentración, pero antes debemos vaciarla de ansiedad o deseo. Sólo la mente vacía puede estar presente como lo está la conciencia superlativa del Ser.

Una es la mente desatenta y otra, muy distinta, es la mente atenta, desprovista de ansiedad o deseo.

«Y cuando la mente y los sentimientos le distraigan, introduzca en su mente y en su corazón reflexiones de naturaleza trascendental: una y otra vez piense en el “principio inteligente” que subyace en el fondo de usted mismo; una y otra vez, hasta sentir que, como su cuerpo energético, también su mente y su corazón han elevado su frecuencia».

Más allá de la especulación, la concentración es un ejercicio práctico y cualquier cosa que indiquemos servirá tan sólo para alejarnos de ella.

Por consiguiente, meditar no es un deber, es la necesidad nacida de tanto errar en la búsqueda desesperada por poseer la verdad...

Si usted ha meditado la primera ADVERTENCIA: 

«Simples curiosos y vosotros, los que vais en pos del poder brutal y de la dominación; los que buscáis en estos estudios iniciáticos el medio de saciar vuestras pasiones, odios, amores, ambiciones y resentimientos; los que buscáis la ganancia material, desgraciados que habéis sufrido sin saber perdonar; este libro (esta sabiduría) no es para vosotros».

Si es paciente para tomarse un tiempo de capacitación:

«¿Cuánto hay que conocerse a sí mismo antes de poder aproximarse a la genuina ciencia del esoterismo? Sólo al curioso y ambicioso le preocupa esto. Al sincero buscador de la verdad le interesa saber: ¿por qué debemos conocernos a nosotros mismos?, ¿cómo nos conocemos?, ¿quién conoce a quién?, ¿qué es lo conocido?, ¿qué es lo desconocido en nosotros?».

Si el cambio en la manera de pensar, sentir y actuar le interesa:

«El vino eterno de la Ciencia Secreta pide un odre nuevo, que es el cambio en la manera de pensar, sentir y actuar. Sin embargo, este vino nuevo también debe adecuarse al tiempo cósmico zodiacal de cada raza».

Si admite a la “Gnosis” como una enseñanza auto-selectiva:

«Porque estos son los límites de las verdaderas doctrinas —dar disponibilidad al Ser interior— y jamás podrán ser utilizados para imponer nuestra voluntad egoísta, ni siquiera la del más puro y sincero aspirante de la luz».

Si el “saber” es sólo un medio en el camino hacia el Ser:

«El “saber” tiene el objetivo de aproximarnos al “Ser”, y cuando este propósito no se consigue, entonces vienen los abusos del razonamiento intelectual y el proceso se polariza de modo contrario, alejándonos aún más de nuestra esencia en el Ser».

Si la ciencia de la meditación es un modo de deshacerse incluso de los más bellos conceptos:

«Por consiguiente, meditar no es un deber, es la necesidad nacida de tanto errar en la búsqueda desesperada por poseer la verdad...»

Siendo así, tu día ha llegado...

Rafael Vargas